JUAN
GELMAN
Palabras (sobre Francisco Urondo)
Dicen que un escritor
atraviesa al morir un purgatorio de veinte años en la memoria pública. El
plazo está más que cumplido para ese gran poeta que fue –que es– Francisco
Urondo, caído en combate contra la dictadura militar un día de junio de 1976,
a los 46 de edad. Dejaba un libro inédito, Cuentos de batalla, que se perdió
en la noche genocida. Como Rodolfo Walsh, como Haroldo Conti, Paco escribió
hasta el final, en medio de tareas, urgencias y peligros de la vida clandestina.
Para estos pilares de la literatura nacional nunca hubo contradicciones entre la
militancia por una patria justa, libre y soberana, y la condición de la
escritura. Cuando en este tiempo de la despasión se recuerdan las polémicas de
los años sesenta –unos pretendían hacer la Revolución en su escritura;
otros, abandonar su escritura en aras de la Revolución–, se percibe en toda
su magnitud lo que Paco, Rodolfo, Haroldo nos mostraron: la profunda unidad de
vida y obra que un escritor v sus textos pueden alcanzar.
No hubo abismos entre experiencia y poesía para Urondo. "Empuñé un arma
porque busco la palabra justa", dijo alguna vez. Corregía mucho sus
poemas, pero supo que el único modo verdadero que un poeta tiene de corregir su
obra es corregirse a sí mismo, buscar los caminos que van del misterio de la
lengua al misterio de la gente. Paco fue entendido en eso v sus poemas quedarán
para siempre en el espacio enigmático del encuentro del lector con su palabra.
Buitres de la derrota –que siempre se han cuidado mucho cada centímetro de
piel– le han reprochado a Paco su capacidad de arriesgar la vida por un ideal.
Paco no quería morir, pero no podía vivir sin oponer su belleza a la
injusticia, es decir, sin respetar el oficio que más amaba. El había escuchado
el reclamo de Rimbaud: "¡Cambiad la vida!". Estaba convencido de que
sólo de una vida nueva puede nacer la nueva poesía. Mi confianza se apoya en
el profundo desprecio / por este mundo desgraciado. Le daré / la vida para que
nada siga como está, escribió. Fue –es– uno de los poetas en lengua
castellana que con más valor y lucidez, y menos autocomplacencia, luchó con y
contra la imposibilidad de la escritura. También luchó con y contra un sistema
social encarnizado en crear sufrimiento, para que el mundo entero entrara en la
historia de la alegria. Las dos luchas fueron una sola para él. Ambas lo
escribieron y en ambas quedó escrito.
JUAN
GELMAN
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